
Introducción:
¡Qué fácil es hoy en día caer en una espiral negativa, pensando únicamente en ganar! Desafortunadamente, todos nos vemos involucrados por los modelos que seguimos en los medios de comunicación, donde la deportividad pasa a un segundo término –a veces cae mucho más bajo- y solo vale ganar, como dice la frase: “hasta de penalti injusto y en el último minuto”.
Independientemente del nivel que pueda tener el equipo que nos ha sido asignado, los entrenadores de deporte base debemos mantener las ideas claras, asumiendo en todo momento que nuestro principal papel es formar a nuestros jugadores. No nos equivoquemos. Ganar es un objetivo, pero no el único ni el principal de los objetivos. La vida nos evaluará sobre aquello que hayamos podido transmitir a los chicos y chicas a los que debemos educar a través del deporte. Si conseguimos que sean mejores que cuando llegaron a nuestro equipo, tanto en el aspecto personal como en el deportivo, habremos triunfado.
¡Qué grande es tener un equipo al cual podemos moldear en base a los valores que hemos aprendido, al cual podemos transmitir una serie de virtudes que sirvan para la vida! No equivoquemos el camino, no agobiemos tanto a nuestros jugadores que los orillemos a dejar la práctica deportiva que tanto bien les hace. Estemos cerca de ellos, seamos su referencia, aquella persona con quien deseen compartir sus alegrías, problemas y dudas. No perdamos esta gran oportunidad por el simple hecho de ganar un partido.